Berta Cáceres en el Río Gualcarque en la región del Río Blanco en Honduras, donde tanto ella como Copinh mantuvieron una lucha de más de dos años para parar la construcción del projecto hidroeléctrico de Agua Zarca, con sus terribles amenazas al medio ambiente local, a los ríos y a los indígenas Lenca de la región.
Estoy en el proceso de grabar pequeñas noticias, vídeos, cantando canciones en nuestra lengua con otros latinos aquí en el área de la Bahía, pero tengo que admitir que el servicio en memoria de la maravillosa activista ambienta Berta Isabel Cáceres me conmovió profundamente. Los Lenca dijeron, en el documental sobre su actividad y su muerte, No la enterramos, la sembramos… Recuerdo que el Santo de las Américas Oscar Romero antes de su asesinato por los esbirros entrenados en la Escuela de Asesinos (o Escuela de las Américas/WHINSEC), dijo en una de sus homilías: Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño.
Estuve meditando sobre esa frase tan hermosa… hemos tenido tantos mártires en nuestras Américas; es tan profunda nuestra tristeza…
A Berta nos la mataron un 4 de marzo cuando descansaba de su labor valiente e inagotable por los ríos y el patrimonio de nuestros territorios, el sueño justo del que tiene poco tiempo porque los enemigos del planeta, de la Madre amada de todos nosotros, de esa Madre Tierra angustiada y sangrante, siempre tienen filas y filas de esbirros pagados, que se turnan para asesinar al pueblo y a sus defensores.
Era madre, hija, mujer valerosa y yo diría también que era la hermana de cada uno de nosotros. Alzaba su voz por los cuatro costados del planeta, porque la tierra es de todos, porque el agua es nuestro derecho como seres humanos, porque hay que ponerle fin a la avaricia. Como diría el poeta y cantautor argentino Héctor Roberto Chavero, a quien conocemos como Atahualpa Yupanqui, en su hermoso canto a nuestra solidaridad, Los hermanos, “con nosotros nuestros muertos, pá que nadie quede atrás. Berta, eras una de las nuestras, una de las luchadores tenaces contra el capitalismo racista y traicionero.
En este siglo nuevo, hubiera sido bonito traer un nuevo género de ser humano, para el cual la humanidad estuviese por encima del peso, el dólar, la peseta, el yen, el deutschemark, la libra esterlina. Pero el nuevo genocidio, el imperialismo y el colonialismo de este siglo no tienen nacionalidad específica. Su bandera es corporativa, y abarca a aquel grupo de seres que tendremos que llamar humanos porque adolecen de ciertas características del género, pero cuya primera ley es el lucro, el lucro impresionante y descomunal que canibaliza todo lo que está en su camino. Y nos dice nuestro gran León Gieco en Cinco Siglos Igual: En esta parte de la tierra, la historia se cayó…
Este nuevo colonialismo no tiene nacionalidad. Su bandera es la moneda imperante del comerciante en particular. Los pobladores indígenas son desplazados, sufren extremos de pobreza, ven la destrucción de bosques y del medio ambiente en cientos de miles de hectáreas. Cuando protestan, el gobierno usa de la fuerza militar para “pacificar” el área y si fuera necesario, para el bombardeo y la masacre de los habitantes. Berta habló con su voz apasionada y poderosa contra los horrores de la política exterior de la Hillary Clinton cuando aprobó y luego reforzó el golpe de estado en Honduras, entre tantos otros.
Y esa frase de “desarrollo sostenible” que usan los mercaderes de la muerte… La realidad es que obtener un resultado tal implicaría una transformación radical en la economía mundial, porque el desarrollo sostenible tiene que satisfacer las necesidades de los habitantes locales. La verdadera sostenibilidad está ligada a conceptos de justicia social y equidad.
En este nuevo siglo, con palabras bonitas, la globalización arrasa no solamente con poblaciones indígenas y sus recursos sino con todas las poblaciones “inferiores.” El utilizar el concepto de la competencia global contribuye a convertir en “terceros mundos” a las poblaciones de países de “primeros mundos.” Estamos creando una generación de hormigas obreras que cada día ganan menos y trabajan más, mientras que el margen de lucro de los dueños de los sistemas de producción cada vez es mayor.
Pero Berta es semilla; la hemos sembrado. Florecerán miles y millones de Bertas, de cada uno de nuestros mártires surge una flor que brilla para siempre, que nos inspira y nos anima a seguir caminando. Los dejo con una canción que lanzaré al You Tube mañana, cuando terminemos de grabarla, pero quiero dejarlos con algo que nos dé la esperanza de Berta, que dijo en su momento: La resistancia es júbilo. Piensen en las caras de todas las generaciones congregadas para ver y oir y aplaudir y abrazar a Bernie Sanders, y piensen en Berta, que nos mantiene con la esperanza, la resistencia, y el júbilo enarbolados como bandera.
Para Berta, presente
Eres flor y eres semilla
Eres paz y eres caricia
Somos Berta, muchas Bertas
Y surgimos cada día.
Te sembramos una tarde
Te sembramos en la tierra
Y los árboles se nutren
De la Berta que germina.
Somos Berta, muchas Bertas
Y surgimos cada día.
Y recogemos tus frutos,
Lo alegre de tu sonrisa.